In memoriam: Cheetara
Mi eterna flaca, lo tuyo lo esperábamos.
Condenada hace un año y un poco más, te dimos lo necesario para que tuvieses una estadía grata y tranquila en esta familia.
Incluso con lo molesto que era por la frecuencia con que lo hacías y el ímpetu que le ponías con tus garras, voy a extrañar tus apariciones sin aviso sobre mi espalda, ronroneando y amasando, casi muda, interrumpiendo agradecida y feliz mi jornada laboral.
Buen viaje Cheetara. Hasta pronto.